es la materialización de un sueño que busca cambiar modelos y paradigmas de atención de las mujeres en sus procesos reproductivos.
En un sistema tradicional como el nuestro, que está resistente a los cambios y que le cuesta dar cabida a una mirada de integralidad real; no es una tarea fácil.
Cuando hablo de integralidad; no sólo lo hago desde la mirada de un proceso que es un acto neuro biológico puro, propio e innato de nuestro cuerpo. Es irrebatible que el cuerpo se expresa intensamente de manera visible y poderosa al parir sin necesidad de ser aprendido.
Sin embargo, en la realidad ese evento, es atravesado por cada mundo interno de vivencias emocionales, historias, miedos y experiencias, pero también por aspectos externos a nuestro propio cuerpo: el lugar que elegimos para parir, las opciones económicas, la pareja que nos acompaña, los protocolos institucionales, las personas a cargo de nuestro cuidado y otras tantas más.
El resultado y la vivencia que experimenta cada mujer depende de una interacción entre todos ellos. No existe una forma de parir/acompañar/vivir o asistir igual para todas.
En los sistemas más tradicionales y verticales, la elección de la mujer y su integración a las decisiones aún resulta difícil. No existe en realidad una verdadera libre elección y alternativas. Suele ser una relación profesional-usuaria donde más se ve el seguir una instrucción; a realmente decidir la forma que se lleva el proceso.
Las mujeres nos desafían al cambio. A aprender nuevas formas de relación con ellas. A ser portadoras de la mejor información técnica actualizada, de los mejores estándares de atención, del trato digno y compasivo; del trato humano y cercano.
Dentro de los objetivos que cumple la matronería y ajustado a sus competencias y rango de acción; abrir una casa de parto es una expresión de autonomía e independencia a los sistemas tradicionales. Una forma concreta de aportar en la dirección de un cambio amable y consistente, que permita a las mujeres tener herramientas para tomar decisiones informadas y con evidencia acerca de su salud y la de su descendencia, manteniendo un alto estándar de resultados.
Hay aquí una tremenda responsabilidad y mucho trabajo por delante: tenemos que abrir caminos, cambiar creencias limitantes y miedos, integrar a la comunidad, construir la confianza en nuestro modelo, gestar alianzas.
Las invito a crecer juntas en este camino para lograr el modelo que soñamos.
Para ti, para mi, para todas las mujeres de Chile y la sociedad completa.
Francisca Orchard
Directora y co-fundadora de Casa de Parto